domingo, 27 de marzo de 2011

Oración non-stop para los voluntarios anónimos de Fukushima

Ante los ojos de todo el mundo pasan aún las imágenes de la catástrofe ocurrida en Japón, país que se encuentra en una de las más grandes pruebas de su historia. De las ruinas de la destrucción, tras el temor y la desesperación, nos llega el luminoso ejemplo de los técnicos que están trabajando sin descanso en la central nuclear de Fukushima para salvar lo salvable.

Voluntarios anónimos, especialistas generosos, que arriesgan la vida tratando de canalizar el desastre humano y ambiental que podría fluir de una fusión de la central nuclear. Este gran testimonio que dentro de pocos días pasará a la sombra mediática, ha interpelado particularmente a la pequeña comunidad internacional de las Hijas de San Pablo (en la cual se encuentra también una hermana japonesa) de Borgo Angelico, Roma.


Las hermanas, como centinelas, se han subdividido las horas del día con una oración especial entrando así en una cadena solidaria orante, non-stop, para sostener el esfuerzo de quien en Japón lucha contra el tiempo y el grito de quien ha perdido todo (una intención especial va, ciertamente, en favor de la Familia Paulina japonesa).


Oración que se extiende también a otras partes del mundo, en particulares dificultades, especialmente Libia. Esta pequeña información quiere ser simplemente una condivisión de vida en la gran red del web.


Fuente: www.paoline.org

sábado, 19 de marzo de 2011

Un cuento para reflexionar en esta cuaresma

Los sacos Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales, cargaba dos sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.

Cuando al primero de ellos le preguntaron que habia en sus sacos, el dijo: "Todo cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atras, ahi fuera de la vista, y al poco tiempo olvidado." El saco de enfrente contiene todas las cosas desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, saco esas cosas y las examino desde todos los angulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas. En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habian sucedido en el pasado, lo que lograba avanzar era muy poco.

Cuando al segundo hombre le preguntaron que era lo que llevaba en sus dos sacos, el respondio: "En el saco de enfrente estan todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mi y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atras, contiene todos mis errores. Los llevo consigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razon, no puedo desprenderme de ellos.

"Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, el contesto: "El saco que llevo al frente, esta lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y esta lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco "lejos de ser una carga" me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que llevo a mis espaldas esta vacio, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese saco, puse todo lo malo que escuche de los demas asi como todo lo malo que a veces pienso acerca de mi mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga mas penoso el trayecto."

Para reflexionar:

¿Cual es el "saco" que llevo frente a mi y cual es el saco que llevo a mis espaldas?

¿En que tipo de reflexiones me mantengo?

¿Existe algún agujero en alguno de mis sacos? ¿En cual?

Fuente: jovenesdehonianos.blogspot.com

domingo, 13 de marzo de 2011

Mensaje Cuaresmal de sor M. Antonieta Bruscato

Queridas hermanas y jóvenes en formación,

Dos semanas atrás hemos concluido el Intercapítulo, que ha sido un momento de verdadera gracia para toda la congregación. Movidas por el Espíritu, hemos comprendido con mayor claridad la necesidad de perseverar en la escucha obediente del Señor, para permitir que su Palabra, que habita en nosotras, “estalle” con su fuerza transformadora. Una trasformación interior profunda, que es don y compromiso: un don ofrecido cotidianamente por Cristo encontrado en la Palabra, en la Eucaristía, en los signos de los tiempos, en la fragilidad de la condición humana y también en las “noches” del mundo; el compromiso de vivir “en estado de conversión”, de “salvadas”, para ser aquellos «canales de la gracia» a través de los cuales pasa la acción de Dios y su misericordia.

Don Alberione decía que puede ser “canal” sólo quien ante todo se hace “cauce”: «El cauce primero se llena y después se derrama; pero primero se llena» (FSP41, p. 272). Sólo así la historia adquiere sentido y se transforma en “historia de salvación”, lugar y espacio de esperanza.

¿Qué tiempo puede haber de más favorable que el de Cuaresma para vivir todo esto? El camino hacia la Pascua está “solidificado” por la Palabra. Con la mirada fija en el horizonte luminoso de la resurrección, estamos invitadas, junto a todos los creyentes, a recorrer un itinerario que este año asume una connotación decididamente baustimal.

Benedicto XVI, en su Mensaje para la Cuaresma de 2011, recuerda el «nexo particular» que vincula el bautismo con la Cuaresma, como «momento favorable para experimentar la Gracia que salva»; un vínculo muy bien expresado en los numerosos «elementos bautismales, propios de la liturgia cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium 109) y en la costumbre de celebrar este sacramento en la Vigilia Pascual. En el bautismo, escribe el Santo Padre, «se realiza aquel gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos».

sábado, 5 de marzo de 2011

Cuaresma 2011. Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI

«Con Cristo sois sepultados en el Bautismo,
con él también habéis resucitado» (cf. Col 2, 12)


Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, con vistas al cual me alegra dirigiros unas palabras específicas para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor (cf. Prefacio I de Cuaresma).

1. Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, cuando «al participar de la muerte y resurrección de Cristo» comenzó para nosotros «la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo» (Homilía en la fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010). San Pablo, en sus Cartas, insiste repetidamente en la comunión singular con el Hijo de Dios que se realiza en este lavacro. El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia «los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Flp 2, 5) se comunica al hombre gratuitamente.

El Apóstol de los gentiles, en la Carta a los Filipenses, expresa el sentido de la transformación que tiene lugar al participar en la muerte y resurrección de Cristo, indicando su meta: que yo pueda «conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Flp 3, 10-11). El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo.

Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Los Padres del Concilio Vaticano II exhortaron a todos los Pastores de la Iglesia a utilizar «con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium, 109). En efecto, desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm 8, 11). Este don gratuito debe ser reavivado en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para toda su existencia.

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Estudiante de Lic. en Administración de Empresas en la Mención de Informática de la UNESR. Lider del departamento de Atención al Cliente de Tecnología Cima 24, CA. Amante de las carreras, la natación y el Mar.