sábado, 25 de febrero de 2012

I Domingo de Cuaresma. ¡Es cuestión de confianza!

Para mi oración

CONFIANZA EN LA PRUEBA (Sir 2,1-6)

Hijo, si te decides
a servir al Señor,
prepara tu alma para la prueba.
Endereza tu corazón, sé firme,
y no te inquietes en el momento de la desgracia.
Únete al Señor y no te separes,
para que al final de tus días seas enaltecido.
Acepta de buen grado todo lo que te suceda,
y sé paciente en las vicisitudes de tu humillación.
Porque el oro se purifica en el fuego.
y los que agradan a Dios en el crisol de la humillación.
Confía en él y él vendrá en tu ayuda,
endereza tus caminos y espera en él. ¡Amén!

Para mi reflexión

En el primer domingo de Cuaresma, el evangelista Marcos nos impulsa con Jesús al desierto de las tentaciones. La tentación nace siempre donde hay una prueba por vivir. Para Jesús, la prueba no ha sido nunca una cuestión de valentía, sino de confianza. ¡Eso es todo! ¿De qué parte estamos frente a las grandes opciones de la vida? ¿Ante una misión sin fronteras? ¿Frente a una injusticia que no tiene sentido? ¿Frente a la maldad sin rostro? Jesús, frente a la tentación de eludir la cruz de su vocación de Hijo amado, ha elegido en cambio, fiarse de Dios. Fiarse también cuando las contradicciones del camino se hacen incomprensibles.

El primer domingo de Cuaresma, en otras palabras, nos dice, que cualquier cosa pudiera ocurrirte, ¡Confía!

La forma más alta del amor hacia Dios es justamente la confianza en sus senderos y en sus opciones.

En el desierto de la prueba adoramos en silencio al verdadero Dios.
 

lunes, 20 de febrero de 2012

Cuaresma 2012. De la muerte hacia la vida

Queridas hermanas y jóvenes en formación: 

Con el rito del Miércoles de Cenizas, también este año emprendemos el itinerario de conversión que nos hace entrar en la dinámica pascual de la muerte hacia la vida, en aquel progresivo despojo de sí, que es el camino a la plenitud. Este "santo viaje" está marcado por la presencia del Maestro que continúa llevando la cruz de los males del mundo junto a las muchas mujeres y hombres de «toda raza, lengua, pueblo y nación» (Ap 5,9) que siembran esperanza, enjugan lágrimas, promueven la paz y abren horizontes de comunión en una época herida por la falta de fraternidad.

Son estos últimos, dice Benedicto XVI en su Mensaje para la Cuaresma de 2012, los verdaderos discípulos del Señor que, «unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación tienen que ver con mi vida y mi salvación». Se trata de una pertenencia tan radical que no puede hacernos cerrar el corazón al otro; al contrario, nos suscita a "hacernos cargo" del otro, porque el otro me interesa, está en mi corazón...

Esta invitación a una fe que se hace concreta y legible de la atención al hermano y a la hermana es particularmente oportuno para nosotras, a menudo marcadas por las dificultades a fundar nuestras relaciones fraternas sobre una auténtica experiencia de fe, sobre motivos de fondo que sostienen nuestro estar juntas. Pero el amor recíproco, la actitud de hacernos cargo las unas de las otras, la tensión a caminar juntas en la santidad y la misma pertenencia a la comunidad, son condiciones básicas para percibir el grito de la humanidad de nuestros días, colmar la sed de Dios y testimoniar el mandamiento del Amor. 

En este itinerario nos podrá ayudar el texto Con Jesús Maestro hacia la Pascua, preparado por hermanas de la Comisión para la animación sobre las Constituciones: Iluminadas por el Evangelio de los domingos de Cuaresma y por la historia de gracia contenida en Abundantes divitiae, nos ponemos con renovada fe en el seguimiento de Jesucristo, muerto y resucitado por nosotras, percibiendo «con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotras» (Porta fidei 15) y «la multitud de riquezas que hay en la Familia Paulina: "… para que la multiforme sabiduría de Dios" se manifieste ahora… mediante la Iglesia» (AD 4).

Caminando junto al Maestro y con toda la humanidad hacia la Pascua, emprenderemos, entonces, con humildad y valentía «la guerra más dura», aquella contra nosotras mismas, tal como propone la oración del patriarca Atenagora reportada al final del fascículo:

Si uno se desarma, si se despoja, si se abre al Dios-Hombre que hace nuevas todas las cosas, entonces el Señor borra el pasado malo y nos restituye un tiempo nuevo en el que todo es posible.

Es a lo que tantas veces nos ha estimulado Maestra Tecla: 

Haciéndonos nosotras mismas instrumentos de paz… la paz es fruto de caridad, de comprensión, de concordia… por lo tanto sepámonos compadecer, soportar, disculpar… Sepamos callar y aceptar las pequeñas ofensas, también cuando creamos tener la razón (VPC 137).

Con la mirada fija en el Señor Jesús, en la cotidianidad comunitaria y apostólica, comprometámonos a ejercitarnos en la caridad, ayudarnos recíprocamente, hacernos don y ayudar a quien está en necesidad. De hecho, Cuaresma es también tiempo de solidaridad, de atención concreta.

Hermanas, en el corazón del camino cuaresmal, el 15 de marzo, celebraremos con alegría y gratitud el 59° aniversario de la aprobación pontificia de nuestro Instituto. Este es un motivo más para renovar nuestro compromiso a la santidad y dar nueva fuerza profética en la Iglesia.

Las abrazo con gran afecto, sintiéndome en comunión de alegría y de esperanza. 


Sor M. Antonieta Bruscato
superiora general




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Estudiante de Lic. en Administración de Empresas en la Mención de Informática de la UNESR. Lider del departamento de Atención al Cliente de Tecnología Cima 24, CA. Amante de las carreras, la natación y el Mar.