sábado, 30 de abril de 2011

El milagro de Juan Pablo II, testimonio de Marie Simon-Pierre

La curación, científicamente inexplicable según una comisión de científicos, del Parkinson que padecía la hermana Marie Simon-Pierre, religiosa de la Congregación de las Hermanitas de las Maternidades Católicas, nacida en 1961 en Rumilly-en-Cambrésis, es el milagro que permitió la beatificación de Juan Pablo II, que tendrá lugar el 1 de mayo. La misma hermana Simon-Pierre relata su experiencia en una entrevista concedida a la cadena francesa KTOtv y a la cadena italiana RAI Vaticano, la religiosa relata que "el 2 de junio de 2005 fue el día de mi curación. Ese día por la mañana yo estaba completamente impedida y ya no podía más".


"Lo que el Señor me concedió por intercesión de Juan Pablo II es un gran misterio difícil de explicar con palabras, algo muy grande y profundo. Pero nada hay imposible para Dios. Sí, si crees, verás la gloria de Dios".









miércoles, 13 de abril de 2011

Encuentro anual de delegacion 2011


Del lunes 18 de abril hasta el sábado 23 estaremos reunidas las hermanas Hijas de San Pablo delegacion Venezuela - Puerto Rico - República Dominicana, para realizar nuestro encuentro anual de Delegación.

Encuentro que nos permite compartir en fraternidad, intercambiar experiencias, crecer juntas, evaluar el camino recorrido y programar las nuevas actividades e iniciativas apostólicas.

Acompañennos con su oración durante estos dias santos, para que puedamos vivir un encuentro en clima de oración y renovación de acuerdo a lo propio de la Semana Santa.

En el encuentro de Delegación participaremos todas las hermanas de Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico, de igual manera Mariana nuestra novicia quién actualmente realiza su experiencia apostólica en la comunidad de Puerto Ordaz.

domingo, 10 de abril de 2011

Ser luz para que otros no tropiecen

Un soldado norteamericano había tenido una hija con una vietnamita durante la guerra de Vietnam. Ahora, en Norteamérica, vivía con su esposa y un hijo único, pero se escribía con su hija, hasta que, al cumplir esta doce años, la recibió en su casa.


Los vecinos del barrio, algunas amistades e incluso el hijo adoptaron desde el primer momento una actitud de desprecio hacia el padre y hacia la hija; especialmente una viuda que vivía al lado, cuyo esposo había sido muerto por los vietnamitas en la guerra. La cosa se fue agravando hasta ocasionar la huida de la niña, despreciada en Vietnam por ser hija de un norteamericano y odiada en Norteamérica por ser hija de una vietnamita. Y todos los esfuerzos del buen padre por hacerse comprender de su hijo, vecinos y amistades, resultaron inútiles.

En casa trabajaba de pintor un hombre de noble corazón. Un día habló a solas con la viuda en presencia del hermano de la niña vietnamita y dijo:
-Yo conocí a su marido: era un buen hombre. -¿Dónde lo conoció? -preguntó la viuda. -En la guerra de Vietnam. Yo estuve allí -respondió el pintor. -¿Y sabe cómo murió? -volvió a preguntar la viuda.
-Sí -contestó el pintor-. Él amaba profundamente a los niños vietnamitas, víctimas de la guerra; los visitaba, los protegía, les procuraba alimentos y medicinas; vivía pensando en ellos. Y un día, al dirigirse a ellos con una carga de alimentos, estalló una bomba y murió. ¡Él fue un héroe!

Momentos después la viuda y el muchacho suplicaban perdón al dolorido padre y juntos buscaron a la niña, que había escapado, para tener con ella una cordial reconciliación. Pronto el barrio entero había cambiado de actitud. Este pintor supo apagar el odio y encender el amor.

¡Qué distinta sería la actitud de los vecinos, si hubiera atizado el odio! ¡Cuánto bien podemos hacer también nosotros en tantas y tantas ocasiones como la vida nos ofrece!
Autor: Juan Jauregui

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Estudiante de Lic. en Administración de Empresas en la Mención de Informática de la UNESR. Lider del departamento de Atención al Cliente de Tecnología Cima 24, CA. Amante de las carreras, la natación y el Mar.