domingo, 27 de noviembre de 2011

Adviento 2011. Carta de Sor Antonieta Bruscato,fsp

Queridas hermanas y jóvenes en formación,

Nos encontramos al final de aquella “peregrinación” que se articula a lo largo de los itinerarios marcados por la Palabra de Dios, los eventos y los días del año litúrgico. El Adviento está cerca. En el fluir del tiempo y en una rápida sucesión de los ciclos litúrgicos, nosotras – como todos los creyentes – corremos el riesgo de perder de vista su sentido. Esto sucede también para el Adviento, tiempo de la memoria, de la invocación y de la espera del Señor que viene.

Pero ¿cuándo y cómo viene el Señor? La respuesta a esta pregunta puede ayudarnos a acoger y vivir en profundidad el misterio de la espera.

Jesucristo, el Hijo del Padre, venido a la tierra en la carne, es para siempre el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. Bajo este perfil ya nada hay que esperar, el Adviento es propio de cada cristiano, llamado a “llevar al mundo” a Dios, a hacerlo visible asumiendo su mismo estilo de vida, amando come él nos amó, haciendo el bien (cfr. Hch 10,38).

Por esto los verbos del Adviento son vigilar y velar (cfr. Mc 13,33-37). En la noche del mundo, en la noche de los días presentes, la palabra de orden es vigilar, es decir tener los ojos bien abiertos, porque el Señor está en esta noche; su luz hace visibles los signos y las semillas del bien en la aparente victoria del mal. Debemos velar, ejercitando el poder que el “patrón de casa” ha dejado a sus “siervos”: su mismo poder, el del amor, de la misericordia, de la solidariedad y del servicio.

Se trata de restituir al Adviento – palabra que en su raíz significa acercarse, hacerse cercano – su verdadera identidad. Si caminamos hacia los demás, el Señor viene. Si nos acercamos a los demás, Él viene.

Hermanas, dejemos que la Palabra de cada día nos habite y nos indique el camino, tanto, de poder ser signo del amor de Dios en medio de su pueblo, para trazar «caminos de esperanza» en los contextos de la vida de cada día. En esto nos podrán ayudar los textos del subsidio. Te esperamos: ven pronto, Señor, que, a la luz de las Constituciones y del tema del Intercapítulo, evidencian los elementos de la “liturgia de la semana” que pueden orientar el itinerario a seguir. Entre las actitudes a cultivar individual y comunitariamente, se nos propone el silencio «entendido como escucha de Dios en sus diversas mediaciones» y la sobriedad, que es equilibrio y moderación, despojo y libertad, búsqueda de lo esencial, responsabilidad.

En la situación histórica particular y económica que vivimos a nivel mundial, en primer lugar nosotras, debemos hacer opciones decididas de sobriedad, renuncia y coparticipación. Para hacer aún más concreto este compromiso, las invito a ayudar a las hermanas de Tailandia, involucradas en las violentas inundaciones que afectaron al país. Como siempre, pueden enviar sus ofertas al economato general, quien se encargará de hacerlas llegar a las interesadas. Gracias desde ya por su generosidad.

Queridas hermanas, el inicio del Adviento coincide con la fiesta del beato Santiago Alberione. Invocamos su intercesión para que, especialmente en este camino de preparación al Centenario de la Familia Paulina, se realice lo que él nos auguraba: «Este tiempo nos sirva especialmente para pedir al Señor que se repita la venida, es decir, la Encarnación del Hijo de Dios, pero en este mundo presente... Sobre todo pedir que el Hijo de Dios venga a nacer en nuestros corazones, en nuestras mentes; nos transforme, porque en esto está la redención de cada uno: llegar a ser semejantes a Jesucristo: Conformes fieri imagini Filii sui» (Pr 2, p. 9).

Buen camino de Adviento en compañía de la Virgen de la espera, la discípula, que habitada por la Palabra, la reviste de carne para la vida del mundo. Con afecto y gratitud.

Sor. M. Antonieta Bruscato
Superiora general










domingo, 20 de noviembre de 2011

Italia: 40° aniversario de la muerte del Beato Giacomo Alberione

El día 26 de noviembre se realizará una celebración Eucarística por el 40 aniversario de la muerte del Beato Giacomo Alberione.

La misma se celebrará en Roma, en la cripta de la Basilica S. Maria Regina de los Apostoles.  Será presicida por su excelencia Rev.ma Mons. Giovanni A. Becciu, de la Segreteria de Estato, Ciudad del Vaticano.

Fuente: http://www.alberione.org/

domingo, 13 de noviembre de 2011

Breviario del Buen Humor evangélico


Es una gracia de Dios encontrarse con mujeres y hombres “felices”, con grupos y comunidades “felices”, en los que -a pesar de todo- reina el buen humor. El malhumor vicia el aire, busca siempre razones para la indignación, hace de la vida una constante lucha y oposición “contra quien sea”. El malhumor no es hospitalario; considera a quien se le acerca como una amenaza. El malhumor afea el rostro… y el alma. Es políticamente correcto sonreir cortésmente a quien se nos acerca: pero ¿se trata de “sonrisas sinceras”, profundas, desveladoras de un buen humor?

¿Cómo favorecer el buen humor en la comunidad? He aquí un breviario del Evangelio del Buen Humor para cada uno de nosotros:

1. Cuando el Señor te llamó te dijo, como a María: «Alégrate, agraciado/a, estoy contigo». No dejes que la sombra de la tristeza descienda sobre tu rostro, sobre tu vida y la des-gracie. No permitas que tu comunidad de con-vocados pierda por tu causa su alegría y su gracia.

2. Si el humor es una cualidad del amor, Pablo podría haber dicho: «El humor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado». Ese es tu carisma. Es un don germinal que puedes hacer crecer y que asumirá en tí una configuración irrepetible. Puedes contribuir a la humorización del mundo. Ojalá aprendas el arte del buen humor y encuentres a tu lado algún maestro que te lo enseñe.

3. Si el humor es una cualidad del amor, Jesús podría haber dicho: «Mirad cómo se ríen». El cómo de la risa es la alternativa que tu comunidad ha de aportar. No te rías de nadie. Sonríe con todos. Haz de tu risa no un instrumento de humillación y venganza, sino un sacramento del Amor del Espíritu derramado en tu corazón.

4. «Vosotros sois el buen humor de la tierra. Y si el buen humor se pone soso, ¿con qué se lo salará?». Estás llamado a alegrar la vida de los hombres, a ser maestro de la sonrisa que todo lo supera. Reconoce tu vocación y no dejes que la tristeza apolille tu alma.

5. «Si sólo sonríes cuando todo te va bien, ¿qué gracia tienes? ¿No hacen eso mismo los paganos? Sonríe en los conflictos y así serás Hijo del Abbá que hace salir el sol de su sonrisa sobre buenos y malos». La gracia del buen humor se manifiesta en las situaciones conflictivas de la comunidad, de la misión, de uno mismo. Tén paciencia. No tomes demasiado en serio tu ministerio. Respeta los ritmos de las personas. Respeta el ritmo de Dios. No hay situaciones irreversibles. Si entonces sonríes, estás proclamando tu fe inconmovible en la Gracia victoriosa.

6. «No andeis malhumorados por la vida pensando qué comeréis, qué beberéis, cómo os vestiréis. De todo eso se preocupan los paganos. Ya sabe tu Padre del cielo que tienes necesidad de todo eso. Vive con el humor del Reino y todo eso lo recibirás como un regalo». No te malhumore la pobre y desgraciada situación de la sociedad, de la Iglesia, de tu congregación, de tu comunidad, porque el Padre es quien lleva la historia hacia adelante y El es capaz de hacer de las piedras hijos de Abraham, confunde a los fuertes con los débiles, habla por boca de jumentos.

7. «Aprended de mí que tengo un corazón lleno de humor y de humildad. Mi yugo es llevadero y mi carga ligera». Contemplad al Señor… y hallaréis la sonrisa, porque para El nada hay imposible. Cuando el Señor está cerca los discípulos se llenan de alegría.

8. «No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma». Ni la enfermedad, ni la tribulación, ni la muerte, pueden separar a un discípulo del humor de Jesús.

9. Corrige con la sonrisa noble de quien ama y valora, perdona con la sonrisa del corazón y te ganarás a tu hermano. No te canses de sonreir, aunque sea setenta veces siete. Así es el Padre del cielo.

10. Salió el sembrador a sembrar el buen humor. Unos granos cayeron en la vereda; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno rocoso, donde apenas tenían tierra; como la tierra no era profunda, brotaron en seguida; pero en cuanto salió el sol se abrasaron y, por falta de raíz, se secaron. Otros cayeron entre zarzas; las zarzas crecieron y los ahogaron. Otros cayeron en tierra buena y dieron fruto al ciento por uno… Mi madre y mis hermanos son los que acogen el humor de Dios y lo practican.

Datos personales

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Estudiante de Lic. en Administración de Empresas en la Mención de Informática de la UNESR. Lider del departamento de Atención al Cliente de Tecnología Cima 24, CA. Amante de las carreras, la natación y el Mar.