En una lejana y pequeña aldea de Nazaret, una joven llamada María experimenta con su Sí lleno de confianza el misterio del Amor.
Pasados muchos, años en la pequeña ciudad de Ponce una joven llamada Milagros Miranda experimenta con su Sí lleno de sencillez y confianza el misterio del llamado.
En el “Hágase en mí” generoso de la joven María, el Verbo Divino encarnado, hizo de ella la Madre de todos los pueblos.
En el “Hágase en mí” generoso de la joven Milagros, el Maestro Resucitado, se hace vida y la envía para comunicarlo a todo los pueblos. Aquel día, en el corazón de la hija del señor Joaquín y la señora Ana palpitó más fuerte: el Gozo y la fe.
De aquel hermoso día de anuncio y comunicación, María nuestra Señora, Madre, Reina y Maestra nunca se olvidó. Se presenta ante todos nosotros sus hijos, sencilla, serena, sierva y en el silencio de su corazón agradece al misterio del amor, que le dio a ella la vida y el don de ser la madre del salvador.
De aquel hermoso día de anuncio y comunicación, tú Milagros tampoco te has olvidado, y así confiada del amor divino te dispones a ser sencilla, serena, sierva y en comunidad agradeces por el misterio del llamado y el don de la vida.
Y en la belleza de la Vida, don gratuito del creador, Madre e hija, Maestra y discípula caminan en la misma dirección.Y como si fuera poca la experiencia para ti Milagros, basta con mirar y acudir siempre a tu Madre María que con mucho cariño te espera y te ama.
Y Ella, Milagros, es quién mejor te abraza, te comprende, te calma, te educa, te forma y te enseña a vivir por amor y en el amor.
¡Felicidades, en tu 25 aniversario de consagración!