EL ESPÍRITU SANTO
Saulo de Tarso no sólo muestra que el Espíritu Santo imprime el empuje para testimoniar el Evangelio por los caminos del mundo, como se muestra en los Hechos de los Apóstoles, sino que además ilustra su presencia en la vida del cristiano. Es decir, Pablo reflexiona sobre el Espíritu mostrando su influjo no solamente sobre el actuar del cristiano sino sobre su mismo ser. Tal y como afirma el decimotercer apóstol, el Espíritu nos penetra hasta en nuestras profundidades personales más íntimas. «Gracias a Él –aclara el apóstol en la Carta a los Romanos (8, 2.15)-, el cristiano puede exclamar “¡Abbá, Padre!”».
Y LA IGLESIA
El apóstol descubrió la Iglesia gracias una intervención directa de Cristo, quien, al revelarse en el camino de Damasco, se identificó con la Iglesia y le dio a entender que perseguir a la Iglesia era perseguirle a Él, el Señor: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» (Cf. Hechos 9, 4). Entonces, Pablo se convirtió, al mismo tiempo, a Cristo y a la Iglesia.—Pablo llega a presentar a la Iglesia como esposa de Cristo, retomando así una antigua metáfora profética, que hacía del pueblo de Israel la esposa del Dios de la alianza.
El apóstol descubrió la Iglesia gracias una intervención directa de Cristo, quien, al revelarse en el camino de Damasco, se identificó con la Iglesia y le dio a entender que perseguir a la Iglesia era perseguirle a Él, el Señor: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» (Cf. Hechos 9, 4). Entonces, Pablo se convirtió, al mismo tiempo, a Cristo y a la Iglesia.—Pablo llega a presentar a la Iglesia como esposa de Cristo, retomando así una antigua metáfora profética, que hacía del pueblo de Israel la esposa del Dios de la alianza.
Fuente: www.primeroscristianos.com
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