Por ello, si el trabajo es don, debe ser aceptado como venido de Dios, que nos invita a colaborar con El, mediante nuestras fuerzas físicas y cualidades psicológicas, a participar en la obra de la Creación y cooperar en la Redención de Cristo.
Por medio del trabajo estamos recreando el mundo, colaborando en la creación de Dios, ya que ésta no ha terminado. Mediante nuestro trabajo contribuimos al desarrollo de los hombres y los pueblos. Dentro de la vocación del laico franciscano, el mundo laboral es de primordial importancia para cumplir nuestro compromiso temporal. El lugar del franciscano seglar en el trabajo es una llamada a construir un bien común, es ayudar al progreso integral de los hombres y los pueblos.
Es también una llamada a humanizar el mundo laboral, para quien lo realiza en condiciones de explotación o injusticia. Como franciscanos seglares no podemos permitir los abusos y las condiciones inhumanas en las que hoy todavía trabajan muchos hombres. De ahí la importancia de unir nuestras fuerzas con las de otros hombres que aún, no pensando como nosotros, trabajan desde la honradez por crear esas condiciones de dignidad para todos.
Es también parte de nuestra acción, procurar trabajo a quienes carecen de este derecho. En una sociedad donde el paro azota a muchas personas, nuestro apoyo, nuestra aportación y nuestro esfuerzo, deben dedicarse a paliar este mal de nuestro tiempo.
Fuente: http://www.ciofs.org/
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