

Juan continúa siendo profeta hasta el final, teniendo el oído atento a lo que ocurre fuera de las rejas
que lo tienen prisionero, para meditar y comprender el modo de actuar de Dios. No teme su duda; todo lo contrario, deja que a Jesús mismo le lleguen las preguntas que lo atormentan. Su soledad no es ya la del silencioso desierto, es la que nace del miedo de perder las seguridades conquistadas a caro precio. La grandeza del precursor se esconde justo en este pasaje oscuro de su existencia. Sabe esperar la respuesta que busca... Demuestra absoluta obediencia al amado Maestro porque no arriesga conclusiones propias, sino que envía humildemente a alguno que está libre de hacerlo, para pedir en su lugar la verdad sobre Jesús: “¿Eres tú?”. La respuesta del Mesías aclara sobre Dios y sobre la identidad de quien pone la pregunta: “¡Es más que un profeta!”. En otras palabras, Jesús anima a Juan a dar testimonio hasta las más extremas consecuencias.

Oración
Ven, Señor Jesús, visita nuestras cárceles,
allí donde nadie viene a buscarnos,
allí donde las preguntas no encuentran respuesta
y la duda de habernos equivocado nos desalienta.
En memoria viva de Juan, tu mensajero y profeta,
danos la gracia de avanzar
en el camino hacia ti con aquella confianza
que va más allá de las seguridades humanas. Amén.
Fuente: http://www.paoline.org/
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