sábado, 25 de septiembre de 2010

Recreando el mundo a través del trabajo

El trabajo es un derecho y un deber y toda forma de trabajo merece respeto.

Por ello, si el trabajo es don, debe ser aceptado como venido de Dios, que nos invita a colaborar con El, mediante nuestras fuerzas físicas y cualidades psicológicas, a participar en la obra de la Creación y cooperar en la Redención de Cristo.

Por medio del trabajo estamos recreando el mundo, colaborando en la creación de Dios, ya que ésta no ha terminado. Mediante nuestro trabajo contribuimos al desarrollo de los hombres y los pueblos. Dentro de la vocación del laico franciscano, el mundo laboral es de primordial importancia para cumplir nuestro compromiso temporal. El lugar del franciscano seglar en el trabajo es una llamada a construir un bien común, es ayudar al progreso integral de los hombres y los pueblos.

Es también una llamada a humanizar el mundo laboral, para quien lo realiza en condiciones de explotación o injusticia. Como franciscanos seglares no podemos permitir los abusos y las condiciones inhumanas en las que hoy todavía trabajan muchos hombres. De ahí la importancia de unir nuestras fuerzas con las de otros hombres que aún, no pensando como nosotros, trabajan desde la honradez por crear esas condiciones de dignidad para todos.

Es también parte de nuestra acción, procurar trabajo a quienes carecen de este derecho. En una sociedad donde el paro azota a muchas personas, nuestro apoyo, nuestra aportación y nuestro esfuerzo, deben dedicarse a paliar este mal de nuestro tiempo.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Historia de mi vocación: Hna. Maury Ibarra

Jamás había pensado en la posibilidad de que como mujer me podía realizar siendo religiosa. Tenía 27 años, finalizaba mi carrera universitaria, Contaduría Pública, cuando Jesús me tomó por sorpresa.

Asistía a la catequesis de Confirmación, con todos mis hermanos (somos 4 en total, 3 damas y un caballero) y cuando nos presentaron a nuestras futuras catequistas, 4 novicias del San José de Tarbes, yo llegue a preguntarme cuando las vi ¿Qué pasa por la cabeza de una mujer para castrar su vida de ese modo? Nada más lejano de la verdad. La presencia de las hermanas comenzó a cuestionarme sobre el sentido de mi vida y lo que quería hacer con ella, o mejor que quería Dios que yo hiciera.

No fue fácil aceptar que Dios me pedía un compromiso más radical en mi vida; que no sólo debía participar en la parroquia, ser catequista, asistir a misa y comulgar casi a diario. Dios me pedía la donación total de mi vida en servicio a mis hermanos, lo que contrastaba fuertemente con mis deseos y sueños: formar una familia, una hija, un apartamento, carro, viajes, etc, etc, etc. Pero Dios cuando te llama no se deja ganar en generosidad, y si tú en disponibilidad le respondes si, te entrega una maleta donde está todo lo necesario para caminar en su seguimiento.

En mi búsqueda vocacional me ayudaron muchas personas, ángeles que Dios puso en mi camino para mostrarme lo que Él deseaba para mí. Conocí a las hnas Paulinas en junio de 1998, participe en un retiro vocacional con ellas en agosto y sentí que era allí donde el Señor me quería: evangelizar con los medios de comunicación, usar dichos medios para el bien de las personas.

Inicié la etapa de aspirantado en enero de 1999. El 15 de marzo del 2003 hice mi primera profesión, y el 18 de septiembre del 2010 serán mis votos perpetuos, diré si a Dios de forma definitiva. Me siento muy feliz, comprendo que Dios desde entes de nacer te entrega una misión para realizar en el mundo, y que cada uno se puede realizar como persona, buscando concretizar aquello a lo que es llamado a ser desde la eternidad.

Hna Maury Ibarra, hsp

sábado, 11 de septiembre de 2010

Ser para los demás, ser para el mundo

Quien comienza a amar desde la vida, se siente impulsado a realizar la justicia y la paz, a escuchar y ser para los demás, a entregarse hasta el extremo, conscientes de que la vida que se ha transfigurado y hasta desfigurad si hiciera falta en el amor, no se acaba nunca sino que dándola es como se encuentra. Quien comienza a amar desde la vida ha comenzado a transitar por la Pascua, ha comenzado a resucitar aunque a fuerza de vivir y amar en mayúscula arrastre, como Cristo resucitado las arrastró, las heridas y llagas.

Ser cristiano significa pasar del «ser para sí mismo» al «ser para los demás».

Jesús, siempre pendiente de la voluntad del Padre, es a la vez el buen
pastor que da su vida por las ovejas, que se santifica y se entrega por todas. No se reserva nada. Es un ser-para-los-demás. Jesús está clavado en la cruz. Bien alto, para verle bien. Con los pies clavados para esperarnos. Con los brazos abiertos para acogernos a todos.

Ser cristiano significa pasar del «ser para sí mismo» al «ser para los demás». «La fe cristiana solicita al indivino, pero no para sí mismo, sino para el todo. Por eso la palabra para es la auténtica ley fundamental de la existencia cristiana» (Ratzinger). El Buen Samaritano no se pregunta ¿Qué me sucederá, en qué líos me enredaré si me entretengo en atender al herido? Sino que piensa: ¿Qué le sucederá al herido si no me paro a recogerlo?

Aceptar la vocación cristiana laical o religiosa es salir de sí mismo, acercarse a Cristo, para abrirse como Él a los demás. El seguimiento de la cruz no es una devoción privada, para dulces arrobos interiores. Es seguir las huellas del Crucificado, salir de sí mismo, crucificar el propio yo, existir para los otros. «Hay que salvarse juntos. Hay que llegar juntos a la casa de Dios. No vayamos a encontrarnos con Dios estando los unos separados de otros. Hay que pensar un poco en los otros, hay que trabajar un poco por los otros. ¿Qué nos diría Dios si llegásemos hasta Él los unos sin los otros?» (Péguy).

Las grandes figuras de la historia de la salvación han vivido «el principio para». Abrahán, saliendo de su tierra; Moisés, dirigiendo el éxodo... Ofrecerse y darse. Morir para vivir. Como el grano de trigo, que si no muere permanece solo, pero si muere da mucho fruto. «Quien ama su vida la pierde, pero el que la aborrece en este mundo la guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25).

Ser de Dios es ser para Dios, y por Dios, es ser para los demás y de los d emás. Es darse hasta desgastarse. Es dar la vida a chorros. Es no tener tiempo ni para comer, porque el celo de la casa de Dios te devora. Es no dormir si es necesario por estar con El. Es ser un peregrino porque hasta que vuelvas a Dios ningún sitio es tu casa. Es vagar por los caminos buscando a los perdidos, confundidos, heridos, caídos, porque eso es lo que Dios hace. Es salir a los márgenes de la historia para llevar una palabra de ánimo, de ternura, de esperanza. Es saber que nunca estamos solos, porque Él nos acompaña hasta en nuestros infiernos.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El desafío de las jóvenes generaciones

El Papa Benedicto XVI pidió hoy a los participantes del Tercer Congreso Latinoamericano de Jóvenes, que se celebrará próximamente en la ciudad de Los Teques, Venezuela, 'poner sus ojos en Jesucristo, el Hijo de Dios vivo'.
El lema del congreso es "Caminemos con Jesús para dar Vida a nuestros pueblos”.
Dentro de los objetivos del congreso podemos ver cuales son los desafíos enfrentan los jóvenes de esta generación dentro de la iglesia:

El compromiso de dar vida, caminar con Jesús, convertirse en auténticos discípulos de Jesucristo, viviendo en todo momento los valores del Evangelio, para poder así trasmitirlos con valentía a los que los rodean.

  • Encontrarse con Jesucristo vivo, desde la experiencia del discipulado misionero y la espiritualidad de comunión.
  • Comprender, desde el aporte de las ciencias humanas y sociales, con la mirada del Buen Pastor, las diferentes situaciones y expresiones juveniles.

  • Profundizar en la vocación de discípulos misioneros de Jesucristo, como elemento esencial en el proyecto de vida de los y las jóvenes, para que se comprometan como protagonistas en la renovación de la iglesia y la sociedad.
Las jóvenes generaciones precisan salir al encuentro de Jesús en el hermano que está cerca, pero también en el que está lejos; poniendo la mirada atenta y profunda en sus vidas, sus luchas y sus sueños; para descubrir nuevas formas de respuesta a los anhelos de nuestro continente.

Las nuevas generaciones de nuestro continente son la esperanza de América Latina y el Caribe, la utopía realizable de una sociedad diferente y renovada.

Anímate y CAMINEMOS CON JESÚS PARA DAR VIDA A NUESTROS PUEBLOS.

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Estudiante de Lic. en Administración de Empresas en la Mención de Informática de la UNESR. Lider del departamento de Atención al Cliente de Tecnología Cima 24, CA. Amante de las carreras, la natación y el Mar.