ayer por la tarde, fiesta de la Asunción de María, fui arrestado.
Transportado durante toda la noche de Saigón hasta Nhatrang, a cuatrocientos cincuenta kilómetros de distancia, en medio de dos policías, he comenzado la experiencia de una vida de prisionero.
Hay tantos sentimientos confusos en mi cabeza: tristeza, miedo, tensión;
Con el corazón desgarrado por haber sido alejado de mi pueblo.
Humillado, recuerdo las palabras de la Sagrada Escritura: “Ha sido contado entre los malhechores”.
He atravesado en coche mis tres diócesis: Saigón, Phanthiet, Nhatrang, con profundo amor a mis fieles,
Pero ninguno de ellos sabe que su pastor está pasando la primera etapa de su via crucis.
Pero en este mar de extrema amargura, me siento más libre que nunca.
No tengo nada, ni un céntimo, excepto mi rosario y la compañía de Jesús y María.De camino a la cautividad he orado: “Tú eres mi Dios y mi todo”.
Jesús,
ahora puedo decir como san Pablo: “Yo, Francisco, prisionero de Cristo” (Ef 3,1)
ahora puedo decir como san Pablo: “Yo, Francisco, prisionero de Cristo” (Ef 3,1)
En la oscuridad de la noche, en medio de este océano de ansiedad, de pesadilla, poco a poco me despierto: “Debo afrontar la realidad”.
“Estoy en la cárcel. Si espero el momento oportuno de hacer algo verdaderamente grande, ¿cuántas veces en mi vida se me presentarán ocasiones semejantes?
No, aprovecho las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones ordinarias de manera extraordinaria”.
Jesús,
no esperaré; vivo el momento presente colmándolo de amor.
no esperaré; vivo el momento presente colmándolo de amor.
La línea recta está formada por millones de puntitos unidos entre sí.
También mi vida está integrada por millones de segundos y de minutos unidos entre sí.
Dispongo perfectamente cada punto y mi línea será recta.
Vivo con perfección cada minuto y la vida será santa.
El camino de la esperanza está enlosado de pequeños pasos de esperanza.
La vida de esperanza está hecha de breves minutos de esperanza.
Como Tú, Jesús, que has hecho siempre lo que le agrada a tu Padre. Cada minuto quiero decirte:
Jesús, te amo; mi vida es siempre una “nueva y eterna alianza” contigo.
Cada minuto quiero cantar con toda la Iglesia:
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo…
Por F. X. Nguyen van Thuan
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