sábado, 12 de mayo de 2012

"¡Señor, yo se que me llamaras pronto... Cuando llegue, sonríeme!"

«¡Señor, yo se que me llamarás pronto, pero te recomiendo, cuando llegue, sonríeme!». Esta era la oración que Sor Assunta repetía en los últimos tiempos, una oración que expresa familiaridad, optimismo y esperanza. Con la certeza que el Señor ya le ha hecho una bella sonrisa, con gran conmoción les comunica-mos que a las 16,10 en la casa "Giacomo Alberione" de Albano, fue llamada al reposo eterno nuestra hermana

BASSI EMMA Sor ASSUNTA
Nacida en Licciana Nardi (Massa) el 16 de junio de 1915

Sor Assunta nació al día siguiente del nacimiento de la Congregación y recorrió toda la historia pauli-na con una alegría y un entusiasmo cautivador. Le agradaba contar: «Cuando voy por las calles me gusta mi-rar a la gente, saludarla, tratando de comprender cómo vive. Esto me enriquece mucho. Alguno, encontrán-dome me ha dicho: - ¿Usted es religiosa? - Sí, respondí. - ¿Es feliz hermana? - Sí… - Se ve que es feliz por el modo de saludar».
Le damos la palabra a ella, para que con su excelente capacidad comunicativa, típicamente toscana, nos cuente algo de su larga vida:
«Mi vocación paulina está ligada al amor por la lectura. Una tarde del mes de noviembre de 1927, fui al Párroco de Licciana Nardi a restituirle un libreto guía para el mes del Rosario. Había terminado la escuela elemental y había hecho el sexto año complementario. El Párroco me hizo esta propuesta: "Podrías ir a Alba donde se estudia y se trabaja alrededor de los libros. Te dan una caja con las letras del abecedario, tú buscas las letras, haces las palabras, el renglón y la página... Después de tres años decide: si quieres hacerte religiosa continúa y si no, regresas a casa tranquilamente". Nunca había visto una religiosa, pero después de una pausa de silencio, respondí: "Pienso que me quedaré allá". En aquel momento tuve la sensación que algo había su-cedido dentro de mí. Antes de esto pensaba cómo arreglaría la casa cuando, siendo la última en casarme (es la más joven de las cuatro hermanas Bassi), sería la patrona de a casa. Pero desde aquel momento mi pensa-miento fue: "Alba". Un bello nombre que me hacía soñar en un bello pueblo, un convento, hermanas que tra-bajaban en "hacer los libros"... Partí para Alba junto a mi hermana Lina, más tarde Sor Epifania y acompa-ñada por mi padre. Era el 2 de enero de 1928. Tenía 12 años, pero demostraba más. Cuando golpeamos en la puerta de la casa, vino a abrirnos Maestra Tecla. No era una religiosa como las otras que había visto en las ilustraciones de los libros, era una mujer vestida con hábito laico, sencillo, estilo de pueblo. Tenía una mira-da profunda, sonriente y comunicativa. El ambiente era pobre, casi escuálido. No había "gran escala" ni era el "gran convento"; en la entrada habían grandes piedras para evitar caminar en el fango. En la mañana nos lavábamos en la palangana que estaba a los pies de la cama. En el refectorio habían bancas rústicas. En la capilla, en la tarde se hacía la Visita arrodilladas en el suelo. No entendía dónde me encontraba. Me parecía todo tan extraño. Me convencí inmediatamente que no resistiría mucho en aquel estilo de vida y que moriría pronto (dentro de 15 o 20 días). Pensaba: "Quise venir, he insistido venciendo la resistencia de mi padre. Ahora estoy aquí, si quedo y muero, paciencia". Me resigné a esta suerte y comencé a orar para tener una buena muerte, con la ayuda de Dios. Recuerdo que una tarde, después de cena, me dí cuenta que ya no me pesaba la angustia y finalmente mi sentí contenta».

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Estudiante de Lic. en Administración de Empresas en la Mención de Informática de la UNESR. Lider del departamento de Atención al Cliente de Tecnología Cima 24, CA. Amante de las carreras, la natación y el Mar.