Reflexiones sobre el mensaje de Benedicto XVI para la 46° Jornada mundial de las comunicaciones sociales
"Pero yo nací en el silencio, / fui concebido en el silencio, / fui fugitivo del silencio. / Y ahora, / si me clavan en una cruz, / no hacen sino clavar. / las alas de una mariposa / finalmente libre”, escribía Alda Merini (en Mística de amor), tomando – entre otros – el poder de la comunicación practicada por Jesús. No es casualidad, que Benedicto XVI en su mensaje para la 46° Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales indique el silencio como una forma de evangelización, junto, pero sobre todo antes de la palabra.
Una comunicación deteriorada, vacía, aturdida, fría: ésta según el Papa, es la comunicación hecha solo de palabras, sin el silencio. Palabras y silencio, sin embargo, son indispensables juntos, ya que son los “dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, sucederse e integrarse para obtener un autentico diálogo y profunda cercanía entre las personas”.
"Pero yo nací en el silencio, / fui concebido en el silencio, / fui fugitivo del silencio. / Y ahora, / si me clavan en una cruz, / no hacen sino clavar. / las alas de una mariposa / finalmente libre”, escribía Alda Merini (en Mística de amor), tomando – entre otros – el poder de la comunicación practicada por Jesús. No es casualidad, que Benedicto XVI en su mensaje para la 46° Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales indique el silencio como una forma de evangelización, junto, pero sobre todo antes de la palabra.
Una comunicación deteriorada, vacía, aturdida, fría: ésta según el Papa, es la comunicación hecha solo de palabras, sin el silencio. Palabras y silencio, sin embargo, son indispensables juntos, ya que son los “dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, sucederse e integrarse para obtener un autentico diálogo y profunda cercanía entre las personas”.
Entre otras cosas, con
esta intervención Benedicto XVI revela una vez más un acercamiento autentico y único
con las mujeres (se podría añadir “sorprendentemente”, pero el Pontífice nos ha
acostumbrado a muchas de estas “sorpresas”). Una cercanía óptica, de
sensibilidad, hasta casi ensimismarse. Desde tiempos inmemoriales – al menos
desde María en adelante, - el verdadero silencio, aquel que dice y que
transmite, aquel que no tiene nada con el mutismo, con el no tener nada que
decir, es una presencia viva y fecunda en la vida de las mujeres. Basta pensar en la relación entre una madre y
su bebé, antes del nacimiento e inmediatamente después. Un dialogo mudo que se
hace linfa vital tanto para la vida in fiere como para la vida formada; una que
es alimentada por el silencio en sus primeros pasos, la otra que del silencio
obtiene nuevos descubrimientos.
Como recuerda el Papa, el
silencio como condición necesaria para la comunicación, de hecho, opera en dos
niveles. Se trata de un silencio que permite en primer lugar conocerse mejor a
sí mismo y luego al interlocutor. Es una esfera en la cual la verdadera libertad
de la persona humana tiene la oportunidad de desarrollarse y manifestarse en un
intento de dar valor y significado al mensaje del que cada uno –
independientemente de su contexto cotidiano, pero en particular (de algún modo)
se hace portavoz. Un silencio vital, también porque la vida cotidiana a menudo
nos demuestra como el silencio autentico sea capaz de unir mucho más que las
palabras.
Pero el silencio también puede
resultar peligroso, si se lo interpreta y se lo usa mal. Aquel silencio tan
denso, pero tan fácilmente evaporable; tan rico, y sin embargo con el riesgo
concreto de convertirse en polvo; tan capaz de guiar silenciosamente, pero que
puede deslizarse al atropello.
Meditando y reflexionando
el mensaje de Benedicto XVI, viene a la mente un pasaje del diario de Etty
Hillesum, que revela una cercanía absoluta – silenciosa y ensordecedora – con las
palabras del Papa. “Me gusta escribir palabras que estén orgánicamente incluidas
en un gran silencio, y no con palabras que solo existen para cubrirlo y
dispersarlo: sino mas bien para acentuarlo”. Es el estallante mensaje que dan
juntos Josephy Etty, ambos tan pequeños en la carne y tan bastos en el espíritu”.
Giulia Galeotti,
Periodista
Fuente: http://www.paoline.org
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