Misterio de nuestra transfiguración por cristificación.
Mirada al rostro de Cristo, escucha de la palabra, cristificación.
Mirada al rostro de Cristo en actitud contemplativa. Quien no lo contempla no lo ama profundamente.
De ahí derivaremos el cultivo de la dimensión contemplativa de toda nuestra vida, gracia, trabajo, servicio, amor...
Apertura de oído para ‘escuchar’ la Palabra. Si no purificamos nuestros sentimientos y sentidos externos e internos, cultivando el “hombre interior”, nunca pasaremos de escucharnos a nosotros mismos, y jamás llegaremos a transfigurarnos.
La “transfiguración” se dará en nosotros solamente si somos fieles a Cristo, si vamos pisando sobre sus huellas y le permitimos que vaya haciéndose único Señor de nuestra vida, repitiendo con obras y palabras: ¡Transfigúranos, Señor, transfigúranos, con tu poder y gracia!

Aquí tenemos que hacer énfasis en la herencia carismática que nos donó nuestro fundador el Beato Santiago Alberione: “Ustedes han nacido de la Eucaristía” (AD 15).
Fuente: www.dominicos.org
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