Hay muchas maneras de ser persona. El encuentro con Jesucristo a través de la Iglesia nos hace comprender toda nuestra vida de manera nueva. Jesús vino a ayudarnos a ser personas. Ser cristiano es vivir la vocación cristiana según el estilo de Jesús. Vivir en comunión con Jesucristo es valorar el mundo como Él, con sus actitudes, sus gestos, sus valores; es amar como Él amó. Todos los cristianos, no sólo los sacerdotes, religiosos y religiosas, están llamados a ser santos y a vivir al servicio de los demás. Ser cristiano es un don del Espíritu Santo y es una tarea de toda vida cristiana. La Vocación es un llamado de Dios dirigido a una persona, que invita a una respuesta personal.
Hoy en día no es raro que el hombre viva negando su propia identidad, porque muchas veces se aliena y despersonaliza, reduciendo su vida a una sola dimensión de su ser. Nos creemos nuestro cuerpo, endiosamos nuestros sentimientos y emociones, vivimos aferrados a nuestros pensamientos y proyectos con dogmatismo y cerrazón o huimos de todo cuestionamiento a través de nuestras máscaras y roles.
El ser humano se olvida que es persona, ser para el encuentro, creado por Dios, a su imagen y semejanza, para participar de la naturaleza divina. Dios, el Ser y Amor por excelencia, nos creó para que seamos felices. La vida cristiana no es ni aburrida, ni triste. Cuando es llevada auténticamente es todo lo contrario, es una vida llena de alegría, de amor, de fe y de esperanza.
Si quiero responder a mi propia identidad es clave preguntarme si conozco al Señor, si vivo como Él y además si conozco mi vocación particular, si he descubierto para qué he sido creado. Dios me ha hecho para algo, me creó con una misión particular dentro del gran llamado a la vida cristiana. En la medida que sea persona, cristiano y despliegue mi vocación particular voy a plenificar mi existencia y cooperando con la gracia podré ganar el Reino de los Cielos.
Hoy en día no es raro que el hombre viva negando su propia identidad, porque muchas veces se aliena y despersonaliza, reduciendo su vida a una sola dimensión de su ser. Nos creemos nuestro cuerpo, endiosamos nuestros sentimientos y emociones, vivimos aferrados a nuestros pensamientos y proyectos con dogmatismo y cerrazón o huimos de todo cuestionamiento a través de nuestras máscaras y roles.
El ser humano se olvida que es persona, ser para el encuentro, creado por Dios, a su imagen y semejanza, para participar de la naturaleza divina. Dios, el Ser y Amor por excelencia, nos creó para que seamos felices. La vida cristiana no es ni aburrida, ni triste. Cuando es llevada auténticamente es todo lo contrario, es una vida llena de alegría, de amor, de fe y de esperanza.
Si quiero responder a mi propia identidad es clave preguntarme si conozco al Señor, si vivo como Él y además si conozco mi vocación particular, si he descubierto para qué he sido creado. Dios me ha hecho para algo, me creó con una misión particular dentro del gran llamado a la vida cristiana. En la medida que sea persona, cristiano y despliegue mi vocación particular voy a plenificar mi existencia y cooperando con la gracia podré ganar el Reino de los Cielos.
El hombre ha sido llamado a la existencia para trascender como persona en un dialogo propio de aceptación y de cooperación con todos los llamados a la existencia (vocación humana); así mismo, es convocado en un proyecto de crecimiento en el amor mediante el llamado a la fe en Cristo Jesús (vocación cristiana), y se expresa de forma concreta y específica por la participación en la misión y vida de la Iglesia, para construcción del Reino de Dios (vocación específica).
PARA REFLEXIONAR, DIALOGAR Y ORAR
¿Qué sentimientos y reflexiones provocan en mí esta descripción del ser persona?
¿Qué dimensiones estoy potenciando más en mi vida y cuáles estoy descuidando?
¿Qué actitudes y valores humanos abren más a la trascendencia, ponen más "de cara- a Dios, son —en lenguaje cristiano— más profundamente evangélicos? ¿Cómo las estoy trabajando?
Fuentes: http://www.vocacion.com, http://www.iglesia.cl
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