sábado, 22 de mayo de 2010

Colocar los dones al servicio de la comunidad

Dios ha hecho de cada ser humano una persona muy especial. Otorgándole talentos, virtudes, fortalezas y privilegios. Pero todavía hay más: Dios le ha otorgado al ser humano dones espirituales.

Mediante el Espíritu Santo nos fueron dadas habilidades sobrenaturales, con la finalidad de edificarnos unos a otros, siempre en relación con los otros y en la Iglesia y con la iglesia y en el servicio de ella, en ella y para ella.
Estos dones son distribuidos por medio del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, y el calificativo de “espirituales” es una indicación de que la persona de la trinidad que más está relacionada con la distribución y el ejercicio de los dones es precisamente el Espíritu Santo.

Todo creyente puede recibir estos dones, para servirnos unos a otros y para edificarnos unos a otros, para que dios sea alabado.

Descubrimos estos dones en nosotros a través de la lectura de la Biblia, y al involucrarnos en el servicio, ya que el propósito primordial de los dones es para servir en el contexto de la iglesia. Hemos recibido dones para beneficiar a la iglesia con nuestro servicio.

Los dones son para servir al cuerpo unido, no para separar a ese cuerpo. El énfasis de los dones está en la función servicial con que los miembros se atienden unos a otros, su propósito no fue individualista, sino comunitario, de ayuda mutua, de servicio al cuerpo de cristo, beneficiando permanentemente a la iglesia con nuestro servicio.

En nuestro contexto latinoamericano hay por un lado, más interés en los dones espectaculares, y por el otro, anhelo de poseer los dones públicos, como los de predicación, enseñanza, evangelismo o administración. Pocos hermanos desean los dones de servicio.

Puesto que todos hemos recibido dones, es preciso que nos consagremos como siervos. Ya hemos sido “ungidos” por el padre; ya nos consagró para el servicio. Desde el principio, ¡cuando creímos, y fuimos liberados de nuestro antiguo amo, el pecado!

Presentemos nuestro ser entero al servicio de Cristo, continuamente, dejando que Dios nos transforme. Dejando la mentalidad y la forma del mundo, adquiriendo la mentalidad y la forma del Cristo. De esta manera podremos comprobar la voluntad de Dios. Nada es mejor que la voluntad de dios.

No debemos desviarnos de la verdadera razón de ser de los dones: servir al cuerpo de Cristo y más allá. Puesto que hemos recibido dones para beneficiar permanentemente a la iglesia, dediquémonos siempre a servir: sirve hoy mismo. Usa tus dones para hacer feliz a otros.



Fuente: La obra del Espíritu Santo en la vida del cristiano.

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Estudiante de Lic. en Administración de Empresas en la Mención de Informática de la UNESR. Lider del departamento de Atención al Cliente de Tecnología Cima 24, CA. Amante de las carreras, la natación y el Mar.