Hay personas que son sumamente generosas, comparten sus bienes y su tiempo. Dedican mucho tiempo trabajando para Dios en las parroquias, en obras de caridad y de evangelización, etc. Pero hay otras que viven sólo para sí mismas, se pasan el día fregando sus veredas y deambulando por sus casas, vacíos y desorientados, centrados en su egoísmo, en lugar de salir al encuentro de personas necesitadas, a trabajar para la evangelización.
Estamos llamados a ser bendición para los demás. Dios llega a cada uno de nosotros a través de alguien, somos canales de bendición los unos para los otros. Si prestamos atención podremos constatar que desde el vientre de nuestra madre, nuestros padres y otras personas fueron instrumentos de Dios en nuestra vida, alguien gastó su vida por nosotros y nosotros hemos sido instrumentos, hemos gastado o lo estamos haciendo en favor de otros.
Cuando nos cerramos en nuestro egoísmo, pretendiendo salvar, ahorrar, salvaguardar nuestra vida, dejando de poner nuestros dones y carismas a disposición, alguien se verá privado de las gracias que Dios quiere derramar, y corremos el riesgo de perder la salvación.
Un hombre cuenta haber visto en la calle a una niñita temblando de frió con un vestidito ligero, con poca esperanza de encontrar abrigo o una comida decente. Enojado le dijo a Dios: "¿Por qué permites esto? ¿Por qué no haces algo para remediar esto?" Por un rato Dios no dijo nada, pero luego Dios respondió diciendo: "Ya hice algo para remediarlo... Te hice a Ti."
Muchas veces culpamos a Dios por todas las cosas que pasan, y le recriminamos que permite que pasen, y no pensamos que Dios
Fuente: http://www.rcc-argentina.com.ar
Estamos llamados a ser bendición para los demás. Dios llega a cada uno de nosotros a través de alguien, somos canales de bendición los unos para los otros. Si prestamos atención podremos constatar que desde el vientre de nuestra madre, nuestros padres y otras personas fueron instrumentos de Dios en nuestra vida, alguien gastó su vida por nosotros y nosotros hemos sido instrumentos, hemos gastado o lo estamos haciendo en favor de otros.
Cuando nos cerramos en nuestro egoísmo, pretendiendo salvar, ahorrar, salvaguardar nuestra vida, dejando de poner nuestros dones y carismas a disposición, alguien se verá privado de las gracias que Dios quiere derramar, y corremos el riesgo de perder la salvación.
Un hombre cuenta haber visto en la calle a una niñita temblando de frió con un vestidito ligero, con poca esperanza de encontrar abrigo o una comida decente. Enojado le dijo a Dios: "¿Por qué permites esto? ¿Por qué no haces algo para remediar esto?" Por un rato Dios no dijo nada, pero luego Dios respondió diciendo: "Ya hice algo para remediarlo... Te hice a Ti."
Muchas veces culpamos a Dios por todas las cosas que pasan, y le recriminamos que permite que pasen, y no pensamos que Dios
Fuente: http://www.rcc-argentina.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario