sábado, 21 de mayo de 2011

EL ANHELO DE TODA SU VIDA

La idea fuerza que debe animarnos son las almas. Debemos sentirnos estimuladas y preocupadas por descubrir el modo de acercarnos a las almas, de llevarles la palabra de verdad y de salvación. Muchos no oyen nunca hablar de Dios... ¿Quién debe llevarlos a Dios sino nosotras que hemos recibido tantas gracias del Señor y tenemos en nuestras manos medios eficacísimos de apostolado? (VPC 140)

Las palabras del Reglamento de 1916 entraron profundamente en el corazón de Maestra Tecla: «El Señor las ha reunido para que se hagan buenas y puedan hacer el bien». Hacer el bien era la gran aspiración de la cual brotaba la intrepidez y la valentía que la llevaba aceptar todos los medios de comunicación social: el cine, los cortometrajes catequísticos, los discos y las revistas.

Había comprendido claramente, desde el primer encuentro con el Teólogo Alberione, desde el primerísimo aprendizaje del apostolado, en Susa, la influencia que ejerce la prensa sobre la mentalidad de la gente. Era sostenida por una idea-fuerza, era literalmente “tomada” por la belleza, la necesidad y la actualidad del apostolado. Decía: «El apostolado que el Señor ha confiado a nuestra pequeña congregación es tan bello y tan vasto», es «compromiso sacro». «Los medios para el apostolado − afirmaba constantemente ella − sean los más modernos».

En las iniciativas de apostolado, su palabra era orientativa y resolutiva. En las dificultades de carácter económico, frente a las perplejidades de las hermanas, la Primera Maestra intervenía así: Si con esto se hace el bien, se haga. Del resto no preocuparnos. Tengamos fe, y la Providencia nos ayudará. Ante todo, tratemos de hacer el bien a las almas en el apostolado, no el interés.

Intuía la gran importancia de la cinematografía puesta al servicio del bien. Recuerda Sor Assunta Bassi: Desearía describir la luminosidad de sus ojos y la atención y tensión, totalmente femenina y materna, con la cual seguía silenciosamente la producción del gran film Abuna Messias (Alba 1937-1938). Es notable a todas la valentía y la colaboración dada por ella a la producción de los cincuenta cortometrajes catequísticos (Roma 1953).

Las propuestas audaces y arriesgadas eran de Don Alberione, pero para ella eran la expresión de la voluntad de Dios. Hablando de la radio, decía sonriendo: Con la radio se realiza lo que dice Dios en la Sagrada Escritura por boca del profeta: «Mi palabra será escuchada en el universo mundo». Y con la decisión que le era habitual, se ingenió efectivamente, para que a través de la radio, el anuncio del Evangelio pudiera tener la más amplia esfera posible.

Anna María Parenzan, fsp
Fuente: www.paoline.org

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Estudiante de Lic. en Administración de Empresas en la Mención de Informática de la UNESR. Lider del departamento de Atención al Cliente de Tecnología Cima 24, CA. Amante de las carreras, la natación y el Mar.